Andrés
Sepúlveda afirma haber alterado campañas electorales durante ocho
años dentro de Latinoamérica.
En México,
el dominio técnico de Sepúlveda y la gran visión de una máquina
política despiadada de Rendón confluyeron plenamente, impulsados
por los vastos recursos del PRI. Los años bajo el gobierno del
presidente Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional, PAN) se
vieron plagados por una devastadora guerra contra los carteles de
drogas, lo que hizo que secuestros, asesinatos en la vía pública y
decapitaciones fuesen actos comunes. A medida que se aproximaba el
2012, el PRI ofreció el entusiasmo juvenil de Peña Nieto, quien
recién había terminado su período como gobernador.
A Sepúlveda
no le agradaba la idea de trabajar en México, un país peligroso
para involucrarse en el ámbito público. Pero Rendón lo convenció
para realizar viajes breves desde el 2008 y volando frecuentemente en
su avión privado. Durante un trabajo en Tabasco, en la sofocante
costa del Golfo de México, Sepúlveda hackeó a un jefe político
que resultó tener conexiones con un cartel de drogas. Luego que el
equipo de seguridad de Rendón tuvo conocimiento de un plan para
asesinar a Sepúlveda, este pasó la noche en una camioneta blindada
Suburban antes de regresar a Ciudad de México.
En la
práctica, México cuenta con tres principales partidos políticos y
Peña Nieto enfrentaba tanto a oponentes de derecha como de
izquierda. Por la derecha, el PAN había nominado a Josefina Vázquez
Mota, la primera candidata del partido a presidenta. Por la
izquierda, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), eligió a
Andrés Manuel López Obrador, ex Jefe de Gobierno del Distrito
Federal.
Las primeras
encuestas le daban 20 puntos de ventaja a Peña Nieto, pero sus
partidarios no correrían riesgos. El equipo de Sepúlveda instaló
malware en enrutadores en el comando del candidato del PRD, lo que le
permitió interceptor los teléfonos y computadores de cualquier
persona que utilizara la red, incluyendo al candidato. Realizó
acciones similares contra Vázquez Mota del PAN. Cuando los equipos
de los candidatos preparaban discursos políticos, Sepúlveda tenía
acceso a la información tan pronto como los dedos de quien escribía
el discurso tocaban el teclado. Sepúlveda tenía conocimiento de las
futuras reuniones y programas de campaña antes que los propios
miembros de cada equipo.
El dinero no
era problema. En una ocasión Sepúlveda gastó US$50,000 en software
ruso de alta gama que rápidamente interceptaba teléfonos Apple,
BlackBerry y Android. También gastó una importante suma en los
mejores perfiles falsos de Twitter, perfiles que habían sido
mantenidos al menos un año lo que les daba una pátina de
credibilidad.
Sepúlveda
administraba miles de perfiles falsos de este tipo y usaba las
cuentas para hacer que la discusión girara en torno a temas como el
plan de Peña Nieto para poner fin a la violencia relacionada con el
tráfico de drogas, inundando las redes sociales con opiniones que
usuarios reales replicarían. Para tareas menos matizadas, contaba
con un ejército mayor de 30.000 cuentas automatizadas de Twitter que
realizaban publicaciones para generar tendencias en la red social.
Una de las tendencias en redes sociales a las que dio inicio sembró
el pánico al sugerir que mientras más subía López Obrador en las
encuestas, más caería el peso. Sepúlveda sabía que lo relativo a
la moneda era una gran vulnerabilidad. Lo había leído en una de las
notas internas del personal de campaña del propio candidato.
Sepúlveda y
su equipo proveían casi cualquier cosa que las artes digitales
oscuras podían ofrecer a la campaña de Peña Nieto o a importantes
aliados locales. Durante la noche electoral, hizo que computadores
llamaran a miles de votantes en el estratégico y competido estado de
Jalisco, a las 3:00a.m., con mensajes pregrabados. Las llamadas
parecían provenir de la campaña del popular candidato a gobernador
de izquierda Enrique Alfaro Ramírez. Esto enfadó a los votantes
—esa era la idea— y Alfaro perdió por un estrecho margen. En
otra contienda por la gobernación, Sepúlveda creó cuentas falsas
en Facebook de hombres homosexuales que decían apoyar a un candidato
católico conservador que representaba al PAN, maniobra diseñada
para alienar a sus seguidores. “Siempre sospeché que había algo
raro”, señaló el candidato Gerardo Priego al enterarse de cómo
el equipo de Sepúlveda manipuló las redes sociales en la campaña.
En mayo,
Peña Nieto visitó la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México
y fue bombardeado con consignas y abucheado por los estudiantes. El
desconcertado candidato se retiró junto a sus guardaespaldas a un
edificio contiguo, y según algunas publicaciones en medios sociales
se escondió en un baño. Las imágenes fueron un desastre. López
Obrador repuntó.
El PRI logró
recuperarse luego que uno de los asesores de López Obrador fue
grabado pidiéndole a un empresario US$6 millones para financiar la
campaña de su candidato, que estaba corta de fondos, lo que
presuntamente habría violado las leyes mexicanas. Pese a que el
hacker dice desconocer el origen de esa grabación en particular,
Sepúlveda y su equipo habían interceptado las comunicaciones del
asesor Luis Costa Bonino durante meses. (El 2 de febrero de 2012,
Rendón le envío tres direcciones de correos electrónicos y un
número de celular de Costa Bonino en un correo titulado “Trabajo”).
El equipo de Sepúlveda deshabilitó el sitio web personal del asesor
y dirigió a periodistas a un sitio clonado. Ahí publicaron lo que
parecía ser una extensa defensa escrita por Costa Bonino, que
sutilmente planteaba dudas sobre si sus raíces uruguayas violaban
las restricciones de México sobre la participación de extranjeros
en elecciones. Costa Bonino abandonó la campaña pocos días
después. Recientemente señaló que sabía que estaba siendo
espiado, solo que no sabía cómo. Son gajes del oficio en
Latinoamérica: “Tener un teléfono hackeado por la oposición no
es una gran novedad. De hecho, cuando hago campaña, parto del
supuesto de que todo lo que hable por teléfono va a ser escuchado
por los adversarios”.
La oficina
de prensa de Peña Nieto declinó hacer comentarios. Un vocero del
PRI dijo que el partido no tiene conocimiento alguno de que Rendón
hubiese prestado servicios para la campaña de Peña Nieta o
cualquier otra campaña del PRI. Rendón afirma que ha trabajado a
nombre de candidatos del PRI en México durante 16 años, desde
agosto de 2000 hasta la fecha.
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